Familias de alto poder adquisitivo destinan el doble de ingresos para cubrir la canasta básica

Nota: Infobae
10/07/17
Por Juan Gasalla

Un sondeo determinó que por cada $71 de gasto per capita en la canasta de consumo masivo de los sectores sociales más pobres, los ricos destinan $134.

 

El fenómeno inflacionario mantiene su peso específico sobre la economía y persiste como una de las mayores preocupaciones del Gobierno. Según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA, los analistas privados estimaron que la inflación de julio se ubicará en 1,5%, mientras que mantuvieron el pronóstico de 2017 en 21,6%, casi cinco puntos por encima de la meta fijada por la entidad monetaria.

El aumento generalizado de precios no es heterogéneo y, de hecho, en la primera mitad de 2017 la carestía en alimentos fue inferior al promedio, aunque en este caso significa igual una carga sobre los sectores sociales de menores ingresos, que son los que destinan mayor proporción de su dinero a la adquisición de la canasta básica.

Un informe de la consultora de consumo masivo Kantar Worldpanel reveló que por cada 71 pesos de gasto per capita de una canasta de consumo masivo que destinan los sectores más pobres de la sociedad, los ricos compran por 134 pesos.

Los más pobres de la pirámide social gastan casi la mitad de sus ingresos en productos de la canasta básica

El estudio detectó que la brecha se amplió en los últimos dos años: hoy por cada peso que utiliza una familia de bajos ingresos para satisfacer sus necesidades básicas, una familia de mayores ingresos destina dos. “Al analizar el gasto, por cada 100 pesos -que es el gasto medio per cápita en la canasta de consumo masivo- el (estrato) bajo gasta 71 y el alto 134, es decir que gastan el doble por persona”, indicó.

La gerente de Nuevos Negocios de Kantar Worldpanel, Carolina Núñez, brindó un dato clave: entre los más pobres de la pirámide social “del 100 por ciento de su gasto, casi la mitad se queda en productos de la canasta básica y otro 30% se destina a hogar y transporte“.

“Frente a nuevas subas de tarifas es esperable que aumente la presión sobre lo que gastan en la canasta y como fueron el nivel más afectado en términos de volumen, es muy probable que el ajuste ahora venga más por precio”, explicó Núñez.

Una particularidad del primer semestre del año es que la carestía de los alimentos fue inferior a la de la inflación general, cuando esta canasta es la que más impacta en los ingresos de los sectores sociales más vulnerables. Ejemplo de ello es que el valor de la canasta de alimentos que releva Consumidores Libres se encareció en junio 1,16% y acumuló entre enero y junio una suba de 8,88%, frente a una inflación en torno al 12 por ciento.

Este lunes, el IPC Congreso, que difunden legisladores de la oposición en base a informes de consultoras y algunos organismos provinciales de estadística, exhibió para el primer semestre del año una inflación acumulada de 11,7 por ciento.

Según el sondeo de la entidad que representa Héctor Polino, de los 38 productos relevados en los supermercados Coto y Plaza Vea y en centros de abastecimiento de los barrios porteños de La Boca, Caballito, Liniers y Pompeya, 24 de ellos aumentaron de precio en junio, ocho bajaron y seis permanecieron sin cambio.

No obstante, cuando se contabilizan junto con alimentos los aumentos de tarifas, dado el predominio de estos dos ítems en la composición de gastos de las familias de menores ingresos, se puede concluir que en el último año la inflación fue mayor para las franjas de menores recursos que para aquellas de mayores ingresos.

En ese sentido, un estudio de la CGT y la CTA detectó que en los últimos 18 meses la inflación fue más intensa para los trabajadores que menores ingresos registran, quienes destinan dicho mayor porcentaje de su poder de compra a alimentos y servicios públicos.

El índice realizado por el Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), creado por la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), su Centro de Innovación de los Trabajadores (CITRA, de doble dependencia con el CONICET), y 50 organizaciones sindicales, determinó que el costo de vida para los trabajadores asalariados subió 1,3% en junio y alcanzó el 23,4% en el último año, impulsado por el encarecimiento de la educación y del mantenimiento del hogar.

El ítem “Vivienda” siguió como el capítulo de mayor variación de precios en el último año, debido a fuertes subas en servicios públicos y alquileres, con un alza del 41,6%, mientras que el desagregado de alimentos y bebidas arrojó subas del 49,9% de incremento de precios en los últimos doce meses para grasas y aceites; las bebidas con alcohol se encarecieron 38,7%; dulces, 33,2%; lácteos, 30,1%; y frutas, 30 por ciento.

Sobre admin